De Ceibal como acierto extraordinario

De Ceibal como acierto extraordinario

Por Prof. Celsa Puente.

Hacía solo once días que habían empezado las clases del año lectivo 2020 cuando el Covid-19 hizo sus primeras manifestaciones en esta esquinita del mundo llamada Uruguay. Y con su llegada la decisión de suspender la presencialidad en los centros educativos se hizo forzosamente inevitable. ¿Qué haríamos ahora los educadores uruguayos sin la posibilidad de encontrarnos con nuestros estudiantes en las aulas? La verdad es que el primer sentimiento fue de perplejidad, esa sensación de desasosiego e incertidumbre que es natural sentir cuando se nos quita el escenario vital de nuestras prácticas. La ruptura de la vida cotidiana es quizás el principal efecto que tuvo el Covid-19 impidiendo esas acciones naturales que forman parte de nuestra historia de todos los días y que en la medida que son rutinas, vamos naturalizando casi en forma inconsciente.

Converso con frecuencia con niños y jóvenes y me doy cuenta de que lo que en principio ha sido motivo de algarabía para los más chicos -la extensión de las vacaciones siempre es celebrada- en el correr de unos pocos  días se convirtió en un padecimiento. El confinamiento de las familias al espacio casero con todo lo que esto significa en términos de convivencia forzada no es disfrutable. Sin embargo, en el Uruguay ya teníamos la alternativa armada y solo fue necesario echarla a andar con más fuerza: toda la infraestructura y las plataformas y aplicaciones de nuestro Plan Ceibal.

CORRÍA EL 2007…

Ceibal es el acrónimo de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea pero no es un vocablo fortuito porque el  ceibo es la flor nacional uruguaya. Así que no genera extrañeza que se llame ceibal uno de los proyectos más importantes de la gestión del Frente Amplio.  Nuestro Plan Ceibal nació en la primera presidencia del Dr. Tabaré Vázquez, allá por el año 2007, cuando corría un pequeño trecho temporal del nuevo gobierno y los sueños estaban intactos, latiendo para expresarse en acciones reales. Nació del deseo de distribuir oportunidades. Así fue que el 10 de mayo del año 2007, en la localidad de Cardal, departamento de Florida, comenzó a desarrollarse la primera parte del plan: entregar una computadora a cada niño y niña de la escuela pública sin más contraprestación a cambio que el uso adecuado para llegar  a conocer el mundo a través de ella. Pero la historia de Ceibal siguió creciendo no solamente porque las entregas de dispositivos llegaron a secundaria y se fueron actualizando los modelos de las computadoras portátiles –ceibalitas en nuestra jerga uruguayísima- que se le fueron entregando a cada niña, niño y adolescente. Es que el Plan Ceibal trasciende la entrega de máquinas y empieza a tener un impacto significativo en la educación uruguaya, dialogando con los docentes y abriendo instancias para forjar la formación adecuada habilitante para nuevas dinámicas de aula u ofreciendo más de cuatro mil volúmenes de libros disponibles  en la Biblioteca País para todos los portadores de una cédula de identidad uruguaya más allá del lugar del mundo en el que se encuentren o abriendo la enseñanza de la robótica y la programación o siendo pioneros en el desarrollo del pensamiento computacional o en la enseñanza de inglés con un profesor remoto cada vez que se confirmaba que en una localidad no había nadie que enseñara esta lengua a niños y jóvenes. Plan Ceibal es un plan integral que posibilita el acceso al mundo de cada uruguayo más allá de las características de origen y es por tanto para  nosotros motivo de orgullo en tanto es sinónimo de acceso a la vida, confirmación de un proyecto de equidad social real y palpable. 

La pandemia puso en valor este esfuerzo que no siempre fue reconocido. En algún momento cierta parlamentaria de la oposición –hoy integrante del gobierno de turno-  llegó a decir que estábamos formando a “idiotas informáticos”, sin poder darse cuenta de que lo que estaba pasando en Uruguay era una política social de avanzada, ¿o se daba cuenta y en realidad estas expresiones eran fruto del enojo de confirmar que era un acierto innegable del gobierno de aquel momento en apostar por la distribución de estos dispositivos tecnológicos y la formación adecuada para su manejo? ¿o quizás era expresión genuina de una postura política que cree que ciertas condiciones de vida como la posesión de una computadora portátil, es condición privativa de los hijos de las familias de las clases altas? Me asaltan las interrogantes y con ellas la reflexión sobre las características de la sociedad que habitamos.

Finalmente me pregunto qué hubiéramos hecho frente a la pandemia provocada por la aparición de los casos del covid-19 si no hubiéramos tenido todo lo que nos brinda el Plan Ceibal. Seguramente hubiéramos quedado sumergidos en el aislamiento, en la ausencia del vínculo, en la incapacidad de sostener lo pedagógico. Y sin embargo, los uruguayos seguimos educando a través de la Plataforma Crea, o de las video conferencias y del sinfín de aplicaciones a las que accedemos desde nuestras ceibalitas.   ¿Quién iba a decir que en esta esquinita del planeta, desde el silencio del trabajo constante, sin mucho aspaviento, lograríamos instalar un mecanismo que nos permitiría estar a la vanguardia del mundo a la hora de dar respuestas frente a esta situación de aislamiento que hoy es una de las pocas medidas de protección que pueden tomarse? “Es una política única en el mundo, muy valiosa en estos tiempos de pandemia”, destacó un medio francés (RFI) entre otros medios de comunicación del mundo que nos dispensaron atención especial en estos tiempos.

Y aún hay más, porque Ceibal desarrolló el Plan Ibirapitá, ofreciéndole una Tablet a los adultos mayores, priorizando a aquellos de menores recursos. En el momento, -viajo hacia atrás, a la campaña por la presidencia del año 2014-, a muchos les causó hilaridad que el Presidente Tabaré Vázquez anunciara la entrega de tablets a los  jubilados. Hoy muchos abuelos y abuelas, confinados la aislamiento protector de sus hogares pueden “ver “ a sus nietos y mantener la conexión con el mundo, conocer, aprender y entretenerse gracias a estos dispositivos.

Así que amigos lectores, solo me queda hablar del orgullo que me genera pertenecer a este país, que al decir de Daniel Amaro, “ es un lugar escondido tan chatito y tan perdido que en el mapa no se ve” pero que demostró que puede hacer políticas públicas para estar a la vanguardia del mundo.

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