LAS CALLES LUGO, GERMINAL Y LAS CASITAS JUNTO AL ARROYO
Por Héctor TITO López
En la esquina de la Av. Rivera y Zum Felde se destaca ahora una casita recién pintada que durante mucho tiempo pasó prácticamente desapercibida para la mayoría de los que diariamente circulaban por allí.
Semi enterrada en un terreno que forma parte del parque Baroffio, la construcción ocupada irregularmente por intrusos, vegetó por años casi escondida por espesos cañaverales, indiferente a la trepidante circulación de la avenida así como a las propias actividades del parque.
Su rescate por parte del Centro Comunal propicia el recuerdo de otras construcciones que como ella existían al otro lado del arroyo a esa altura del parque Baroffio.
Por la década del 40 del siglo pasado la Av. Rivera terminaba junto con las vías del tranvía en la calle Comercio. Desde allí continuaba como 5 de Abril hasta el Arroyo Malvín, luego era Lugo hasta el Arroyo del Molino y al otro lado de este se llamaba Germinal.
En ese tiempo, mientras la calle Caramurú ya tenía su puente sobre el Arroyo del Molino, Lugo y Germinal esperaban ociosas ser unidas por el suyo, dormitando en los arenales que bordeaban el arroyo.
En esos tiempos la altura de ambas calzadas, era muy inferior a la de la actual avenida Rivera y el trazado proyectado de su curva era más pronunciado.
Por entonces el cruce del arroyo se efectuaba caminando sobre algunas tablas sueltas y las más de las veces saltando sobre sus piedras. Entre ellas el agua fluía limpia y transparente y sobre el fondo arenoso de su cauce, se veían nadar renacuajos y pequeños peces.
Era también el tiempo en que las lavanderas que emigraran de su laguna de Malvín, ocupaban la rivera del arroyo para ejercer su oficio, fregando la ropa sobre sus piedras.
Los juncos sauces y totoras que abundaban en aquel bajo servían entonces de marco a varias pintorescas casitas parecidas a la que fue rescatada, solo que estas edificadas junto al cauce estaban por lo tanto a un nivel mas bajo aun que aquella.
Cuando por fin se construyó el puente para unir ambas calzadas, se elevó también la altura de la misma, modificándose su curva. El nuevo trazado no solo avanzó sobre las viviendas sino que las dejó totalmente hundidas con respecto a la nueva arteria.
Los iniciales movimientos de tierra modificaron el entorno del arroyo y elevaron un poco la altura de su cauce provocando que el agua anegara las fincas abandonadas.
Particularmente una de ellas, la más cercana al puente, ya sin su techo, mostraba sus habitaciones invadidas por el agua a través de las cuales, aun se veían las amarillas baldosas de sus pisos. Sus paredes todavía prolijamente pintadas, despertaban una melancólica evocación de la vida y los sueños, de los que tiempo atrás construyeran aquel grupo de viviendas rodeadas de sauces, en medio de un paisaje colmado de plantas y animales silvestres, agreste y amable a la vez, que el progreso definitivamente dejó atrás.
También como parte de las modificaciones, los nombres de las calles 5 de Abril, Lugo y Germinal, desaparecieron pasando a conformar la actual Av. Rivera.
Posteriores rellenos a un lado y otro del arroyo modificaron totalmente el lugar donde las viviendas estaban asentadas, haciendo difícil imaginar hoy donde estaban ubicadas.
De todas formas los sauces que aun persisten y que en su momento sombrearon las viviendas de esta historia, con el rumor de sus hojas en verano y el silbar del viento en sus ramas en invierno, parecen alertarnos sobre lo efímero de nuestros sueños ante los cambios que a diario se suceden.