El martes 20 de junio, a las 19 hs, nos juntaremos para homenajear a Jesús o Ramón Cabrera, según cuando uno lo haya conocido. No era el hombre de las mil caras, la suya fue siempre la del pueblo trabajador.
Se enganchó muy joven a la pelea por un país mejor. Le tocó enfrentar a la dictadura desde el arranque haciendo la huelga general, pasando a la lucha ilegal y, años después, a la más profunda clandestinidad hasta la salida democrática.
¿Por qué merece este y otros homenajes? Como tantos, se jugó por la democracia y la libertad; como muchos resistió siempre. Como pocos, se hizo cargo de lo más difícil de todo: dirigir al PCU en medio de la represión brutal y permanente.
Nadie lo designó dentro del país en el año 1981 cuando cayó el núcleo dirigente encabezado por otros innolvidables como José Pacella y Félix Ortiz. Mucho menos fue electo por su Comité Central. Nada de eso: se hizo cargo.
Eso solo le valdría los homenajes, pero le puso una cuota de inteligencia y humanidad, de confianza y entusiasmo, que sus colaboradores de entonces atesoran y testimonian, y la vida mostró de mil maneras con el despertar del gigante popular en aquellos años de gloria que vivimos de 1982 a 1985.
No hubo acción de masas, sindical, estudiantil o política donde fallaran aquellos comunistas liderados por Jesús. Siempre junto a otros sectores y gente que se sumaba de mil formas, a veces liderando y otras siguiendo, con enormes aciertos y sonados errores, pero nunca faltando.
La democracia reconquistada lo contó entre sus más genuinos defensores; la unidad del pueblo progresista lo tuvo entre sus constructores. Los militantes políticos y sociales que lo conocieron lo sintieron como un gigante entrañable con el que se podía ir hasta el fin del mundo.
En la Intendencia de su querido Montevideo , nos abrazaremos otra vez gracias a él.