En mi país que tristeza

En mi país que tristeza

Por Mario Morosini

En mi país, qué tristeza
La pobreza y el rencor
Dice mi padre que ya llegará
Desde el fondo del tiempo otro tiempo…

Esta letra que canta Alfredo Zitarrosa en Adagio a mi país, nos sigue pegando fuerte a quienes tenemos sensibilidad y sufrimos por la muerte de compatriotas. Se superó la barrera de 5 mil fallecidos (5038 seres humanos) por efecto de una pandemia a la que solamente en el Uruguay, se le pretende combatir y proteger con la vacunación. La cual por otra parte, por mas rápida que se diga que se desarrolla, los que tenemos los pies sobre la tierra somos conscientes que estamos ya en el sexto mes del año y lejos de alcanzar la tan mentada “inmunidad de rebaño” Se acaba de informar que solamente uno de cada tres uruguayos tienen las dos dosis.

Algo nos pasó. Ayer lunes 14 de junio superaremos los 5 mil compatriotas fallecidos. Hace cuatro meses, concretamente en febrero de este año, cuando el GACH pedía que la movilización llegara al mínimo posible, estábamos en apenas 500 fallecidos.

Recordamos que uno de los principales científicos del GACH , cuando salían seguido en los informativos o conferencias de Prensa,  aspiraban a reducir en febrero la cantidad de contagios a 200, así se podía hacer un seguimiento. Nos pareció demasiado optimismo ya que estábamos en esa fecha aproximadamente con 600 contagios por día.

Confesamos que siempre nos dominó el pesimismo. Nunca vimos coherencia en el manejo de la pandemia. Pero opinábamos de puro ignorantes y atrevidos o por  miedo a que ocurriese una tragedia.

Es cierto también que no imaginamos llegar en apenas cuatro meses a aumentar los fallecidos diez veces en relación a la cifra de febrero. Es claro que esa no es la única tragedia. Están los contagios diarios que superan siempre  los 3 mil uruguayos. Las secuelas incluso de los que se recuperan. Manifestaba Radi, referente del GACH, que se calcula que entre las personas recuperadas quedarán entre 3 mil y 3.500 con graves secuelas. Mas las diferentes situaciones sociales y económicas (en mayo aumentó la desocupación y seguro de paro) que se están viviendo a lo largo y ancho del país, donde crecen las ollas populares.

Se apuesta solamente a la vacunación. Lamentablemente no se escuchó al GACH quienes cansados de expresar sugerencias a plenitud, están dando un paso al costado con la delicadeza que consideran, sin ruido.

Ahora bien, si las vacunas parecería que es la única salida por la que optan las autoridades y la movilidad sigue casi en forma normal, no entendemos el por qué no se multiplican los vacunatorios, incluso en zonas del país donde todavía no se llegó ni siquiera con una sola dosis.

Estaría buenísimo que en diez días a lo sumo, por lo menos una dosis tengan suministrada todos aquellos que están deseosos de vacunarse. Sería un gran paso. El domingo un científico decía que bajaron los internados en CTI y que es posible que sea producto de que la vacuna empezó a generar un pequeño alivio. Apresurado el hombre desde el punto de vista científico. Seguramente deseo que tiene y ese deseo como tal compartimos.

Nos enteramos, concretamente por El Observador, que los científicos con el funcionamiento casi normal ahora del reintegro a las escuelas de Montevideo, Canelones y Salto, los tres departamentos que en proporción fueron menos vacunados, “temían” por un nuevo aumento de infectados.

Estamos convencidos que todos los uruguayos y en el mundo entero, se quiere terminar con esta nefasta pandemia. El tema es si buscamos los caminos para llegar a una verdadera solución.

Somos partidarios, no lo podemos ocultar, de poner mucha atención en los consejos de los científicos y los diferentes equipos médicos.  Si por pensar así nos ganamos epítetos groseros, allá quien los dice, nosotros no caeremos en responder reflexiones fuera de lugar. Queremos seguir siendo sensatos, constructivos, y luchar por la vida que no hay nada mas hermoso que eso.

Y como canta Zitarrosa, dejemos de lado el rencor y aferrémonos a las últimas estrofas que nos llevan a repetir, desear con nuestro corazón que así sea

Dice mi padre que ya llegará

Desde el fondo del tiempo, otro tiempo….

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